en Argentina?
Que el sistema está en
crisis...
Eso
nadie lo duda, acaso desde su mismo nacimiento. El temor y la desconfianza de
las elites hacia la democracia es una característica fundamental de nuestra
historia y rebasó los límites del siglo XIX. Esto es cierto desde el punto de
vista de los gobernantes y de las oligarquías coloniales, pero veamos qué pasa
desde el punto de vista de las mayorías.
Magnates nostálgicos
Esta
renovada crisis de la democracia no es exclusiva de la República Argentina,
está ocurriendo en todo el mundo en este preciso momento y se traduce en el
ascenso por vía electoral de los actores que antes apelaban a las dictaduras.
Precisamente anteayer ganó en
Chile el ballotage presidencial Sebastián Piñera, otro magnate latino
nostálgico de la dictadura de Pinochet.
En Alemania, en septiembre de
este mismo año, el partido neonazi Alternativa para Alemania llegó al
parlamento y se convirtió en la tercera fuerza política de la potencia
industrial europea.
En Estados Unidos por su
parte, el presidente Donald Trump representa una porción del electorado
identificado con “la supremacía blanca”, de larga tradición en ese país.
Emmanuel Macron, especialista
en inversiones y relacionado al Banco Rothschild, ganó las elecciones francesas
en mayo y en cien días gastó unos 30.000 dólares sólo en maquillaje. También se
encuentra en una carrera de ajustes y recortes discrecionales.
¿Y por casa? Cómo andamos.
¿Una crisis de representación?
Después
del apogeo de los Estados de Bienestar de posguerra y de las logros civiles de
la contracultura de los 60, la reacción neoliberal en Occidente se ha enfocado
en desarrollar Estados corporativo-financieros que lo único que precisan de los
ciudadanos es su consentimiento. Algo de lo que se ocupan eficazmente los
Medios masivos de (in)Comunicación, monopolios empresariales encargados de
modelar la Opinión Pública de acuerdo a los intereses de los ricos y de los
poderosos.
Esta
nueva versión del Estado liberal ortodoxo, una cáscara vacía puesta al servicio
de los grandes negocios transnacionales, avasalla los derechos de los
ciudadanos sistemáticamente.
Si la idea de una “democracia
capitalista” ya constituye una contradicción en sus términos, de lo que no cabe
duda es que sería “más capitalista que democrática”.
El virrey, el caudillo
Contextos de crisis permitieron el ascenso de caudillos y führers
redentoristas que contaban con el miedo y el desencanto de las clases
blancas empobrecidas, canalizando su odio a través de la creación de un enemigo
común.
Judíos, inmigrantes,
refugiados, musulmanes, comunistas, peronistas, feministas, lesbianas,
docentes, jubilados, maestros, mapuches, trotskistas, montoneros,
sindicalistas, hinchas de racing, y la lista está abierta para todo aquel que
quiera participar.
Sobre todo si los chivos
expiatorios no se pueden defender. Porque la idea es precisamente esa.
El saqueo es el del Gobierno
Nacional (y de las corporaciones)
Da
la casualidad que el poder no se mete con los que se pueden proteger.
Por
eso, los inmigrantes mexicanos, Guatemala, Nicaragua, los campesinos del NOA o
los jubilados serán siempre más apetecibles que una potencia con ojivas
nucleares.
Esa
es una respuesta posible al interrogante natural de algunos diputados que en la
madrugada de anoche se opusieron al recorte que impuso Macri a fuerza de
"palo y billetera", siguiendo la orden del Fondo Monetario
Internacional como en los mejores años noventa.
La
reforma previsional del macrismo esquilma en su mayoría a jubilados de menores
ingresos, a quienes cobraban la Asignación Universal por Hijo (madres solteras
en su mayoría) y a veteranos de la guerra de Malvinas.
Recortar a los que menos
tienen
Recordemos que los jubilados
no tienen un gremio al que recurrir y se supone que el Estado debe velar por
ellos en vez de saquearlos periódicamente.
El
mismo Gobierno que le rebaja y quita impuestos a la mega-minería, a
los exportadores de soja y a toda la industria extractivista, que devalúa y
aplica tarifazos indiscriminados a la población civil en beneficio de las empresas energéticas,
que transfiere riquezas del sector público al sector privado, que estatiza
deudas privadas y demás medidas de concentración de la riqueza típicas del neoliberalismo más ortodoxo corta
por lo más débil, en este caso: jubilados y pobres.
El Restaurador de las Leyes
(monárquicas)
La gente que no está incluida
ni contemplada en este proyecto orwelliano de Nación (por
ejemplo: el núcleo duro de pobres, indigentes y desocupados que hoy representa
un tercio de la población argentina según el último informe de la Universidad
Católica Argentina), tiene serias razones para no sentirse representada por
este sistema.
Y también tiene serias
razones para protestar contra el Gobierno, ya sea pacíficamente, ya sea con
piedras y con palos. Visto y considerando que se trata de su propia
supervivencia. Nada más, ni nada menos.
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